¿Qué harán 28 mil comunicadores sociales en ciernes?
Por JAIMES QUERO Humberto http://journalhoy.blogspot.com/
Las escuelas de formación pasaron de 5 a 16 en forma vertiginosa y ahora hay un ejército de jóvenes que espera licenciarse y ejercer la profesión, pero el mercado está saturado y en recesión
Expertos critican que hay ausencia de controles de calidad, y los egresados carecen de formación teórica, metodológica y espíritu reflexivo. También señalan que la enseñanza se orienta principalmente por esquemas instrumentales obsoletos
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Humberto JAIMES QUERO CNP. 8.152/ humjaro@yahoo.com / @hjquero/ 0414-1514256/
Un estudio publicado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) reveló que en 2008 más de 28 mil jóvenes cursaban comunicación social en el país (1). En un par de años, este ejército podría llegar a niveles insospechados. Pero ¿está el mercado venezolano en capacidad de asimilar este numeroso contingente de profesionales?
Evidentemente que no. El sector se encuentra en una etapa recesiva, de creciente desempleo, austeridad, y además enfrenta el auge de las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC´s), el cual implica una seria competencia para estos profesionales universitarios, en particular para los periodistas, así como una serie de transformaciones que modificarán su formación, su desempeño y acceso al mercado laboral.
Por eso podemos hablar de una crisis en esta profesión, impulsada no sólo por esta proliferación irracional de universitarios en un mercado deprimido, sino porque la formación académica de estos jóvenes en general carece de controles de calidad y enfrenta desafíos conceptuales y tecnológicos complejos que van más allá de las exigencias laborales o resolver la “pauta diaria”.
Precisamente, la Universidad Católica Andrés Bello acaba de publicar un texto que contiene una serie de reflexiones sobre la formación del comunicador social en Venezuela y en buena medida en América Latina. Se trata de “El Siguiente Nivel. Reflexiones –desde el postgrado- para pensar la formación del comunicador social”, coordinado por el reconocido profesor e investigador Marcelino Bisbal. Allí participan destacados académicos y autores tales como Jesús María Aguirre, Carlos Monsiváis, Carlos Arcila, Juan Luis Cebrián, Moraima Guanipa, Raúl Fuente Navarro, Carlos Delgado Flores y Johandry A. Hernández, quienes analizan este complejo panorama.
El mercado. Comencemos por lo más elemental: el mercado. Desde finales del siglo pasado comunicación social es una las carreras más demandadas en el sistema educativo superior.
Todos los años miles de jóvenes desean graduarse en esta carrera. Allí tenemos unos cuantos jóvenes atraídos por la fama que brinda el hecho de convertirse en ancla o imagen de la pantalla chica. También contamos con mises cuyos voluminosos senos de silicón y labios inflamados con botox les permitirán abrirse camino en la industria. Y no faltan aquellos románticos e intelectuales que sueñan con ser grandes reporteros de investigación, elogiados por sus hazañas periodísticas.
Pues bien, en los últimos lustros proliferaron como arroz las escuelas de comunicación social para responder a esa demanda. Pasaron de cinco, aprobadas por las autoridades oficiales, a dieciséis. Y la matrícula en pregrado aumentó de 5 mil a 28 mil alumnos, que tal vez lleguen hoy a 30 mil.
Estamos pues ante un descomunal incremento cercano al 500%, muy superior al crecimiento de la economía y del propio sector profesional.
Este es un fenómeno común en América Latina donde, señala Raúl Fuente Navarro, hay más de 100 mil jóvenes realizando cursos en 250 escuelas o facultades de comunicación. México y Brasil, cada uno con un tercio de estas cifras, están a la cabeza, agrega el autor. ¿Habrá mercado y condiciones idóneas para tantos comunicadores en América Latina? Lo más probable es que no, porque los países de la región no disfrutan de un notable crecimiento económico ni un escenario óptimo para una expansión tan acelerada del sector.
Un aspecto dramático es que a la par de este proceso, en Venezuela no se dispone de un ranking de calidad para evaluar la formación dada por estas instituciones, práctica que sí es usual en otros países, indica Jesús M. Aguirre.
De todas las universidades existentes, son pocas las que poseen líneas de investigación, publican estudios y fomentan la reflexión académica, como por ejemplo la UCAB, que se ubica entre las mejor valoradas.
La realidad económica
Las aspiraciones de este ejército de jóvenes marchan a contrapelo de la realidad. El año pasado el cierre de emisoras radiales y Radio Caracas Televisión, por parte del gobierno nacional, mermó centenares de puestos de trabajo y oportunidades de empleo para comunicadores sociales.
Igualmente las políticas de austeridad adoptadas por algunos medios privados, provocadas por la disminución de anunciantes privados y oficiales y la recesión económica, dejaron en la calle a numerosos periodistas, productores y otros profesionales del sector.
En contraste, el sector oficial parece ser algo más sólido, gracias a los cuantiosos ingresos petroleros que ha maneja directamente el Estado, los cuales le permiten ofrecer oportunidades laborales en prensa, radio y televisión así como en comunicación institucional y otras opciones oficiales.
En los últimos años el Estado ha financiado directa e indirectamente el crecimiento vertiginoso de medios de comunicación tradicionales, caso de los periódicos El Correo del Orinoco y Ciudadccs, así como centenares de emisoras radiales y semanarios alternativos y comunitarios, en los que ciudadanos corrientes han asumido roles tradicionalmente desempeñados por profesionales universitarios.
Aún así, en este momento el Estado no garantiza atractivas perspectivas, porque entró en una etapa de austeridad generada a partir de la caída de los precios del petróleo en 2008.
Tampoco se ve muy alentador en Venezuela el campo de la comunicación corproativa en el sector privado. Las empresas están recortando presupuestos debido a los altos índices de inflación y la incertidumbre que hay respecto al futuro del país, tras las crecientes estatizaciones y los planes oficiales de reducir el papel del sector privado en la sociedad.
En dos platos: el panorama económico es complejo, no se ven buenas expectativas a menos que haya un milagro económico o una recuperación en los ingresos petroleros en los próximos años.
La formación instrumental
Una de las mayores paradojas es que en diversas escuelas de comunicación social el pensum sigue atascado en los años 70 pues da prioridad a la “formación instrumental” por encima de consideraciones teóricas y metodológico conceptuales, señala Johandry A. Hernández.
En otras palabras: a los estudiantes los están capacitando principalmente como técnicos de un oficio que se adapta a las prioridades del mercado, pero no se hace énfasis en su capacidad reflexiva, su formación teórica y metodológica, para que contribuyan a generar nuevos conocimientos, nuevos planteamientos y nuevas investigaciones que lleven tanto a renovar la praxis de los medios y las empresas como a innovar el basamento teórico-práctico de la comunicación social entendida en un sentido amplio.
Otro de los problemas vinculados con esta crisis tiene es la forma en que las universidades y las empresas que dominan el mercado se relacionan y determinan el perfil de los egresados o las necesidades de comunicación de la sociedad. Un mayor acercamiento y compenetración entre estos actores tal vez daría mejores resultados.
Las nuevas tecnologías implican competencia
Se supone que un comunicador social -al igual que un psicólogo, un sociólogo, un historiador, un ingeniero o un biólogo- es un profesional con un alto grado de especialización, que ha adquirido ciertos conocimientos que lo facultan para ejercer una función específica en la sociedad, como por ejemplo producir y difundir noticias, contenidos e imágenes, micros de televisión, documentales, entre otras.
En principio, ese saber lo distancia de un ciudadano corriente y de cualquier otra profesión. Pero en la praxis parte de ese distanciamiento se está achicando gracias a las facilidades dadas por el auge de las nuevas Tecnologías de la Comunicación e Información (TIC´s), con las cuales no pocos ciudadanos corrientes pueden hacer las veces de “periodistas”, “editores”, “publicistas” y, por ende, en alguna medida competen con egresados de las universidades.
Esta situación plantea numerosas posibilidades y múltiples lecturas que difícilmente abordaremos aquí. Podríamos decir, sin embargo, que el comunicador social (y en particular el periodista) debe reinventar su profesión ante el nuevo paisaje tecnológico.
En estas circunstancias, el reportero y editor José Roberto Duque ha dicho que es posible que el periodismo sin periodistas sea una realidad (2), como se da en el caso de los medios alternativos y comunitarios. Pero la catedrática Moraima Guanipa comparte la tesis de que son los profesionales graduados los llamados a manejar con rigor el periodismo que se desarrolla con las nuevas tecnologías.
La realidad tecnológica en ciernes es más complicada de lo que muchas imaginan. En Estados Unidos, por ejemplo, el legendario rotativo The New York Times anunció unos meses atrás que dentro de 20 años es probable que su versión impresa desaparezca. Así de sencillo. Y docenas de diarios han despedido periodistas de su staff, porque es más económico trabajar con colaboradores que invertir en una sala de redacción donde laboren muchos profesionales.
Mientras tanto, en algunas universidades venezolanas la situación académica va a contracorriente de las tendencias mundiales. Para muestra un botón: la asignatura Periodismo Digital es optativa y Periodismo Impreso es obligatorio, cuando debería ser al revés, porque la plataforma electrónica está creciendo a pasos agigantados y el tradicional medio impreso tiende a perder mercado.
Según la firma Tendencias Digitales en la actualidad el 30,7% de la población venezolana se conecta a Internet, es decir, hablamos de 8 millones 713 mil 928 personas, cuando diez años apenas lo hacía el 2,18% (526 mil internautas). En contraste algunos de los más reconocidos diarios nacionales han bajado su tiraje. (3)
Las figuras “emblemáticas” que empañan la profesión
Otro factor que está conspirando progresivamente contra los comunicadores sociales es la irresponsabilidad de algunos profesionales “emblemáticos”.
En Venezuela la profesión de comunicador social ha perdido cierto grado de credibilidad y reputación debido a los comportamientos asumidos por algunos periodistas y medios, tanto oficiales como privados.
En un artículo reciente publicado en el matutino Tal Cual (4) el periodista Sebastián de la Nuez criticaba a una colega que conduce un programa de televisión en las noches, porque frente a las cámaras lee cualquier información que le llega a través del twitter, y no corrobora la veracidad de los datos recibidos. Tiene lógica la observación, porque allí no hay ningún esfuerzo intelectual digno de un profesional universitario.
En su texto de la Nuez también hacía referencia a columnistas de medios impresos que difunden informaciones de dudosa procedencia y veracidad, y sacan provecho de ello para chantajear a políticos y personas que giran en torno al poder.
No son pocos los diarios, los espacios radiales y de televisión que con frecuencia olvidan las reglas básicas del periodismo y la comunicación, y se convierten en simples trincheras propagandísticas a favor de una tendencia política. Tampoco faltan los espacios de baja estofa, que apelan a un vocabulario escatológico e insultos para destrozar al enemigo.
Si el periodismo continúa bajo esos parámetros, cualquier ser humano con dos dedos de frente, que sepa gesticular y escribir algunas líneas, que sepa fingir y hacer el ridículo, que no tenga vergüenza para hacer “lo que le da la gana”, puede convertirse en ancla de un noticiero, moderador de un programa o un “prestigioso” columnista, así incurra en barbaridades. No necesita ir a la universidad, mucho menos estudiar a Kant, Habermas, Van Dijk, Pasquali o repasar de vez en cuando el Código de Ética. Su irresponsabilidad es suficiente para triunfar y sentirse “comunicador social”.
Precisamente, Marcelino Bisbal destaca que por las serias implicaciones de la comunicación en la sociedad este profesional “debe recuperar la legitimidad intelectual”. Porque la comunicación ha pasado a ser, acota, “un nexo de la sociedad y materia primera para toda la actividad productiva y la existencia humana”.
En este sentido, los estudios de postgrado ofrecen nuevos horizontes en los que los egresados pueden y deben profundizar en la formación teórica y metodológica para comprender y asumir la comunicación no sólo como un oficio, sino como una nueva dimensión de esta sociedad donde prácticamente todas las actividades humanas son atravesadas por las TIC´s.
En resumidas cuentas: estos estudios de cuarto nivel permiten formar comunicadores como investigadores, gestores de políticas públicas, gerentes, planificadores, como intérpretes y puentes de la complejidad y diversidad humana. Un comunicador no es un simple lector de twitter, un difusor de insultos e informaciones que no han sido corroboradas. Es mucho más que eso.
Profundizar en su formación también permite a los amantes del reporterismo, la producción radial, la publicidad y otras especialidades lograr un mejor desempeño, salir un poco de las rutinas que reinan en el mercado laboral y asumir el ejercicio profesional desde otra perspectiva.
Planificar la oferta educativa
En lugar de seguir aupando la irracional proliferación de comunicadores sociales en un mercado cada vez más restringido, lo que debería hacerse es adecuar la oferta de estudios a las verdaderas necesidades del país.
Aguirre sostiene que sin duda en Venezuela hay una sobreoferta y la alta formación académica, incluido el nivel de postgrado, no garantiza que se tenga éxito en la búsqueda de empleo.
Otra de las secuelas, añade Aguirre, es que la actual sobreoferta de graduados en un mercado saturado “refuerza el proceso de disolución profesional ante la proliferación de la figura del trabajador independiente y el intento oficialista de homologación de los comunicadores alternativos y comunitarios en una suerte de oficio difuso”.
Tal vez una buena idea sería planificar la oferta educativa, con proyecciones demográficas, económicas, tecnológicas y poblaciones que permitan que no ocurra la sobreoferta generadora de desempleo y frustración profesional.
También sería oportuno elevar el nivel académico de los egresados de las universidades venezolanas y los controles de calidad tanto en estas instituciones como en no pocos medios y empresas del ramo, de carácter público como privado.
Porque la gran audiencia y las juventudes estudiantiles venezolanas tienen derecho a conocer e integrarse a mejores prácticas en la comunicación social que dignifiquen la profesión.
Tanto el sector académico público como el privado deberían sentarse a discutir esta realidad. Porque es una bomba de tiempo que va a estallar frente a nuestras narices…si es que ya no lo hizo.
Fuentes
* Todas las opiniones y referencias a los autores son extraídas o versionadas sobre la base de lo señalado en el libro “El Siguiente Nivel. Reflexiones –desde el postgrado- para pensar la formación del comunicador social”, UCAB, Caracas, 2010, salvo aquellas que son extraídas de otras fuentes.
(1) María Gabriela Noriega-Madelén Simó Sulbarán, “Competencias y habilidades del periodista venezolano. Retos de hoy y mañana”, pp. 171-184. En: Carlos Delgado Flores (coordinador) Versión Beta. Tendencia de la prensa y el periodismo del siglo XXI en Venezuela, Serie Mapas de la Comunicación, Universidad Católica Andrés Bello-El Nacional, Caracas, 2008.
(2) Pueden consultarse los demás trabajos publicados en el boletín antes citado. "Versión Beta. Tendencia de la prensa y el periodismo del siglo XXI en Venezuela…."
(3) No se dispone de cifras actualizadas ni oficiales. Ver "Versión Beta"...
(4) Sebastián de la Nuez, “Llegó el twitter, y la MUD con esos pelos”, Tal Cual, Caracas, 23 de abril de 2010.
5/08/2010
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